Papillas
y primeros sólidos.

¿Intervalo entre papillas?


Aunque es necesario siempre personalizar según cada niño y en consenso con el pediatra, el horario de papillas de un bebé de 7-8 meses es aproximadamente el siguiente:

8-9 horas: Papilla de leche materna o de continuación con cereales.

12-13 horas: Puré de verduras con pollo o ternera.

16-17 horas: Papilla de frutas (manzana, plátano, pera, naranja) o Papilla de leche materna o de continuación con cereales.

20-21 horas: Papilla de leche materna o de continuación con cereales o Puré de verduras con pescado blanco (merluza, lenguado, gallo, rape…) 3-4 veces semanales.

Toma nocturna opcional (24-6 horas): biberón de leche materna o de continuación.


Esta pauta o una similar va a permitir pasar de las papillas durante la época de lactante a la alimentación diversificada pasados los 12 meses que conducen a conseguir que el niño se integre en la alimentación familiar.

¿Cómo dar variedad a la papilla de frutas?


A partir de los 8-12 meses coincidiendo con la diversificación de la alimentación y dependiendo del proceso de maduración de la masticación, los bebés inician progresivamente el contacto con los alimentos de una textura más gruesa hasta llegar a los alimentos sólidos.

Un paso previo es el de los alimentos chafados con un tenedor. Poco a poco se puede ir introduciendo alimentos fáciles de masticar (pescado, tortilla a la francesa, miga de pan, hamburguesa, etc.). Si en un primer momento son rechazados, se puede intentar de nuevo unas semanas después.

¡El mejor truco que puedes aplicar es la paciencia!
Si no lo consigues inicialmente no debes preocuparte, ya verás que poco a poco, en reuniones familiares y en la guardería, en contacto con otros niños, por mimetismo o por mecanismo de competición, se irá a acostumbrando a la masticación casi sin darte cuenta.

¿Qué hacer si se niega a masticar?


Con el inicio de la dentición se completa la necesidad de la masticación en la mayoría de niños. A algunos niños se les hace difícil el paso de papillas bien trituradas a trocitos pues al notar algo más consistente en la faringe tienen sensación de asco y pueden llegar a vomitar. Consecuentemente se niegan a tomar todo lo que no sea triturado y homogéneo.

Para acostumbrar al niño a masticar los alimentos debes ofrecerle papillas algo menos refinadas, primero empezar con las comidas que más le gustan y aumentar paulatinamente la textura.

El siguiente paso es ofrecer un triturado más o menos grueso o simplemente el alimento bien chafado con un tenedor.

¡Un plátano chafado puede ser una buena alternativa para empezar!

Si seguimos insistiendo sin éxito no debemos preocuparnos ya que, poco a poco, en reuniones sociales y familiares donde haya otros niños irá acostumbrándose a masticar.

La guardería puede representar un avance en este aspecto ya que al comer con otros niños crean un mecanismo de competición para acabar los primeros que puede de manera involuntaria acostumbrarse fácilmente.

No representa un problema importante y seguro que tu hijo acabará comiendo normal. De todas maneras algunos niños no completan su aprendizaje de la masticación hasta los 4-5 años pero siempre ante la duda puedes consultar con el pediatra.

¿Es conveniente evitar la carne de ternera?


Las carnes se clasifican desde el punto de vista culinario en carnes “blancas” (pollo, pavo, conejo, cordero o cerdo) y carnes “rojas” (ternera y buey) dependiendo de la cantidad de mioglobina que contenga en los músculos. La mioglobina es un pigmento que le da el color rojo o rosa característico que al cocinarse por acción del calor se transforma en pardo-grisáceo.

La ternera (7-8 meses), junto al pollo (6-7 meses), son las dos primeras carnes que introducimos por su aporte nutricional y escaso poder alergénico. Son carnes de excelente calidad biológica ya que contienen todos los aminoácidos esenciales, agradable sabor y suelen ser bien aceptadas por el bebé.

No existe ningún fundamento en evitar la ternera a menos que el niño tenga una alergia o intolerancia a las proteínas vacunas en cuyo caso no toleraría la formula infantil (inicio o continuación) propia de la edad ya que el origen es también vacuno con lo que comparten el mismo tipo de proteínas.


Papillas
y primeros sólidos

¿Intervalo entre papillas?


Aunque es necesario siempre personalizar según cada niño y en consenso con el pediatra, el horario de papillas de un bebé de 7-8 meses es aproximadamente el siguiente:

8-9 horas: Papilla de leche materna o de continuación con cereales.

12-13 horas: Puré de verduras con pollo o ternera.

16-17 horas: Papilla de frutas (manzana, plátano, pera, naranja) o Papilla de leche materna o de continuación con cereales.

20-21 horas: Papilla de leche materna o de continuación con cereales o Puré de verduras con pescado blanco (merluza, lenguado, gallo, rape…) 3-4 veces semanales.

Toma nocturna opcional (24-6 horas): biberón de leche materna o de continuación.


Esta pauta o una similar va a permitir pasar de las papillas durante la época de lactante a la alimentación diversificada pasados los 12 meses que conducen a conseguir que el niño se integre en la alimentación familiar.

¿Cómo dar variedad a la papilla de frutas?


A partir de los 8-12 meses coincidiendo con la diversificación de la alimentación y dependiendo del proceso de maduración de la masticación, los bebés inician progresivamente el contacto con los alimentos de una textura más gruesa hasta llegar a los alimentos sólidos.

Un paso previo es el de los alimentos chafados con un tenedor. Poco a poco se puede ir introduciendo alimentos fáciles de masticar (pescado, tortilla a la francesa, miga de pan, hamburguesa, etc.). Si en un primer momento son rechazados, se puede intentar de nuevo unas semanas después.

¡El mejor truco que puedes aplicar es la paciencia!
Si no lo consigues inicialmente no debes preocuparte, ya verás que poco a poco, en reuniones familiares y en la guardería, en contacto con otros niños, por mimetismo o por mecanismo de competición, se irá a acostumbrando a la masticación casi sin darte cuenta.

¿Qué hacer si se niega a masticar?


Con el inicio de la dentición se completa la necesidad de la masticación en la mayoría de niños. A algunos niños se les hace difícil el paso de papillas bien trituradas a trocitos pues al notar algo más consistente en la faringe tienen sensación de asco y pueden llegar a vomitar. Consecuentemente se niegan a tomar todo lo que no sea triturado y homogéneo.

Para acostumbrar al niño a masticar los alimentos debes ofrecerle papillas algo menos refinadas, primero empezar con las comidas que más le gustan y aumentar paulatinamente la textura.

El siguiente paso es ofrecer un triturado más o menos grueso o simplemente el alimento bien chafado con un tenedor.

¡Un plátano chafado puede ser una buena alternativa para empezar!

Si seguimos insistiendo sin éxito no debemos preocuparnos ya que, poco a poco, en reuniones sociales y familiares donde haya otros niños irá acostumbrándose a masticar.

La guardería puede representar un avance en este aspecto ya que al comer con otros niños crean un mecanismo de competición para acabar los primeros que puede de manera involuntaria acostumbrarse fácilmente.

No representa un problema importante y seguro que tu hijo acabará comiendo normal. De todas maneras algunos niños no completan su aprendizaje de la masticación hasta los 4-5 años pero siempre ante la duda puedes consultar con el pediatra.

¿Es conveniente evitar la carne de ternera?


Las carnes se clasifican desde el punto de vista culinario en carnes “blancas” (pollo, pavo, conejo, cordero o cerdo) y carnes “rojas” (ternera y buey) dependiendo de la cantidad de mioglobina que contenga en los músculos. La mioglobina es un pigmento que le da el color rojo o rosa característico que al cocinarse por acción del calor se transforma en pardo-grisáceo.

La ternera (7-8 meses), junto al pollo (6-7 meses), son las dos primeras carnes que introducimos por su aporte nutricional y escaso poder alergénico. Son carnes de excelente calidad biológica ya que contienen todos los aminoácidos esenciales, agradable sabor y suelen ser bien aceptadas por el bebé.

No existe ningún fundamento en evitar la ternera a menos que el niño tenga una alergia o intolerancia a las proteínas vacunas en cuyo caso no toleraría la formula infantil (inicio o continuación) propia de la edad ya que el origen es también vacuno con lo que comparten el mismo tipo de proteínas.